CITA: Juan Manuel Bonet: “La cultura del franquismo no fue un erial”

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¿Por qué intelectualmente la derecha tiene peor fama? En España, evidentemente, porque el franquismo aisló el país. Con todo, tuvo etapas. Ruiz-Jiménez empezó a abrir puertas en los cincuenta. Tàpies, Saura y Oteiza fueron promovidos por Luis González Robles. Hubo franquistas que, a pesar de la enorme dificultad de vivir en un régimen sin libertades, supieron abrir ventanas.

¿Difundir la obra de Tàpies y Saura ayudó a la dictadura? Sí, en cuanto a imagen, pero también acabó ayudando al restablecimiento de las libertades. La Transición fue una continuación de esa apertura. Dionisio Ridruejo fue un Goebbels español en los años cuarenta y sin embargo publicaba a Antonio Machado, además de cosas terroríficas. No es verdad que la cultura del franquismo fuera un erial. Buena parte de los intelectuales se exilió, pero aquí se quedaron Gerardo Diego, Laín Entralgo, Josep Pla, Cunqueiro… Trapiello y yo leímos a autores que la gente, por asco, llegó a pensar que no merecían la pena. A pesar de la recriminable ausencia de libertades, en una historia global del siglo XX ya no es posible decir que toda la cultura española se marchó al exilio.

¿Es más moderno Tàpies que Morandi? El siglo XX tiene muchos rostros. Los dos abordan la modernidad de forma muy distinta. Severo Sarduy escribió un soneto sobre Morandi y otro sobre Rothko. Como él, yo necesito el silencio, la experiencia íntima, pero también la maestría de Morandi, que se apoya en la tradición y reflexiona sobre ella. Cuando tenía 20 años no me gustaba Filippo de Pisis. Necesité madurar para reconocerlo como artista.

¿Quién representa en España esa vertiente clásica? Ramón Gaya, Cristino de Vera o Xavier Valls. Hay una estirpe de pintores figurativos muy esenciales. No hay que limitar la lista. Para mí el suizo Helmut Federle es el ­Rothko de nuestro tiempo.